IMPACTO AMBIENTAL DE LA PISCICULTURA.
Las
prácticas habituales que se utilizan para el cultivo de peces impactan en el
medio ambiente a través de distintas formas. Una de ellas es la alimentación de
los salmones, la que interviene, tanto en la columna de agua como al fondo
marino: a través del alimento no consumido que es altamente proteico y a través
de los desechos de los peces.
Otro problema es la utilización de agentes químicos como antibióticos,
fungicidas y compuestos antiparasitarios. Y su impacto en los ecosistemas marinos
varían dependiendo de las condiciones del cultivo, se advierte sobre la
incertidumbre de su inocuidad.
Abordaremos
los impactos ambientales provocados por el monocultivo intensivo de especies
carnívora y por el escape de los peces en cautiverio; y los efectos de estas
prácticas en los depredadores naturales de las especies que se cultivan. Los
productos de la excreción de los organismos de cultivos son dispersados por las
corrientes, los sólidos, como el alimento no ingerido y heces, se depositan en
el fondo de lagos y zonas costeras. Las partículas son consumidos por peces
silvestres descompuestas en unas aún más pequeñas. La cantidad y velocidad de
descomposición depende de factores como la velocidad de corrientes, temperatura
de agua y otras propiedades químicas.
Se
ha estimado en diferentes regiones y sistemas de cultivo que más del 60% del
fósforo y 80% del nitrógeno aportando
por los desechos de las especies cultivadas termina en el agua.
El aumento de materia orgánica bajo los
sistemas de cultivo ha sido constatado tanto en cuerpos de aguas continentales
como en zonas costeras. Las heces y restos de alimentos tienen mayores contenidos
de carbono, nitrógeno y fósforo porque los sedimentos naturales, produce que
bajo los sistemas de cultivo puedan tener un alto contenido de materia orgánica
y nutrientes.
EFECTOS
AMBIENTALES EN LAS AGUAS CONTINENTALES.
Se
ha registrado un aumento en las concentraciones de amonio y disminuciones de
las concentraciones de oxígeno. Ello puede alterar los ciclos normales de
nutrientes, afectando la abundancia de fitoplancton, zooplancton y peces,
fenómenos que han sido detectados ampliamente en diferentes lagos utilizados
por prácticas de acuicultura.
IMPACTOS
EN EL MEDIO AMBIENTE DE LAS ZONAS COSTERAS.
En
las zonas costeras, la identificación de efectos por la presencia de sistemas
de cultivo marino sobre la productividad y la composición de especies no ha
sido tan clara dado la mayor velocidad de difusión de los nutrientes.
Los
efectos directos del depósito de materia orgánica sobre los fondos, en casos extremos se pueden generar efectos
sobre los propios organismos en cultivo.
Se han reportado muertes de peces cultivados, como consecuencia de una
inversión de los estratos de agua del fondo
con una baja concentración en un
lago estratificado y aumento de mortalidad por la disminución de oxígeno en
zonas costeras. Todos estos aspectos no han recibido toda la atención científica
necesaria.
RAZONES PARA OPONERSE A LA PISCICULTURA
- Amenaza la integridad de los ecosistemas costeros.
Ha
ido acompañado por una huella de explotación de los recursos naturales cada vez
mayor, causando la destrucción generalizada de los ecosistemas costeros tales
como deltas, estuarios, marismas, humedales y manglares, siendo éste último uno
de los ecosistemas más afectados en el mundo.
- Disminuye las funciones de los servicios ecosistémicos.
Un
claro ejemplo es el manglar, cuyo ecosistema ofrece numerosas funciones
ecológicas, de producción y de regulación, algunas de ellas son la protección
contra las inundaciones, la erosión, los fenómenos climáticos y la producción
de nutrientes, además de ser una fuente de biodiversidad que alberga especies
de valor comercial. La destrucción del mangle a favor del desarrollo de la
camaronicultura altera y disminuye el flujo de funciones y por tanto de los
beneficios generados por este ecosistema a la sociedad.
- Utiliza métodos de pesca destructivos.
Las
empresas que no disponen de suficiente tecnología para obtener las crías en
cautiverio, es decir larvas producidas por la propia industria acuícola, las
extraen del medio natural. Este tipo de captura resulta muy dañina para el
ecosistema, es decir matan, un gran número de larvas de otras especies perjudicando
gravemente la viabilidad futura del ecosistema y la supervivencia de numerosas
especies, y por ende el sustento y la base alimentaria de la comunidad local.
- Contribuye al calentamiento global y la crisis climática.
Los
manglares retiran el carbono de la atmósfera y lo fijan en la tierra, donde
puede permanecer por milenios. Este particular ecosistema puede almacenar hasta
seis veces más carbono que los bosques amazónicos en estado natural. Cuando los
manglares son degradados para el desarrollo acuícola, se liberan grandes
cantidades de gases de efecto invernadero a la atmósfera. Así pues, si
analizamos la huella de carbono asociada a este modelo industrial el resultado
es alarmante, puesto que se ha estimado 10 veces superior al de la producción
de carne de vacas criadas en las zonas deforestadas de la selva amazónica.
- Amenaza la salud de los trabajadores y consumidores.
El
metabisulfito de sodio, aunque se considera un agente químico de insalubridad
máxima en numerosos países, es un conservante químico ampliamente usado por
esta industria. Este compuesto, al reaccionar con agua libera dióxido de azufre
(SO2), gas que causa irritación en la piel, ojos, laringe y tráquea, y cuyos
efectos pueden provocar, según numerosos estudios científicos, graves
enfermedades a las personas expuestas. Otros estudios constatan niveles
elevados de PCB (conocido tóxico y cancerígeno) así como otros compuestos
contaminantes. A todo esto, se debe sumar las grandes cantidades de
antibióticos que se subministran a los langostinos cultivados, para prevenir la
propagación de bacterias, cuyos efectos tienen graves consecuencias sobre el
medio ambiente, pero que también pueden tener efectos nocivos sobre el
consumidor.
EQUIPO 1.
Claudia Alvarado Moreno.
Osmar Flores Escalante.
Rodolfo Leal Moreno.
Edgar Liñán Leyva.
Arturo Lugo Valdez.
Valentina Sánchez González.
Arely Yáñez Morales.
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE NUEVO LEÓN.
Facultad de Filosofía y Letras.
Lic. Orestes Cabrales Lara.
Ambiente y Sustentabilidad.
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